Hipoplasia mandibular
Uno de los trastornos mandibulares que con más frecuencia perjudican al desarrollo inferior de la mandíbula, con respecto al maxilar superior, es la hipoplasia mandibular.
Esta anomalía mandibular puede aparecer por razones congénitas o junto a otros síndromes o síntomas, como Pierre Robin, apnea obstructiva del sueño y traumas o lesiones faciales, entre otros.
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¿Qué es la hipoplasia mandibular?
Esta anomalía mandibular también se conoce como retrusión mandibular o maloclusión de clase II. Proporciona un aspecto de mentón pequeño a causa del aumento excesivo de la mandíbula.
Se identifica porque las piezas dentales inferiores erupcionan por detrás de los superiores, produciendo ciertos inconvenientes a la hora de ocluir la mandíbula.
También puede provocar efectos psicológicos o problemas respiratorios, dependiendo de sus fases, grupos y las deficiencias funcionales que esta ocasione.
¿En cuántas fases se desarrolla la hipoplasia mandibular?
La hipoplasia mandibular se desarrolla en 3 fases:
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Fase 1
Esta fase hace referencia a aquella mandíbula de tamaño diminuto, independientemente de su desarrollo. Los elementos mandibulares se encuentran presentes, solo que están en modo hipoplásico o incompletos.
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Fase 2
Haciendo hincapié en aquellas mandíbulas que se encuentran subdesarrolladas o en hipoplasia. En algunos casos, tienden a caer en la subclase A o B, dependiendo de la malformación producida, y no suele producir acoplamiento con el hueso temporal.
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Fase 3
Su nivel de gravedad es alto. Hace referencia a aquellas mandíbulas que se encuentran gravemente subdesarrolladas o malformadas genéticamente. Generalmente, se asocia a anomalías bucodentales o craneofaciales, por lo que la rama mandibular y el cóndilo permanecen ausentes y cada uno de los músculos se encuentran totalmente hipoplásicos, ocasionando a su paso lesiones severas en las vértebras.
¿Cómo se desarrolla la hipoplasia mandibular?
En ocasiones, es una afección connatural, sin embargo, puede producirse a raíz de algún trauma o lesión severa.
Si no se trata a tiempo, puede afectar a otras áreas externas a la mandíbula, como las orejas o la nariz. También puede presentar las siguientes manifestaciones:
- Hinchazón de la cara.
- Desviación del mentón hacia el lado afectado.
- Mandíbula alargada.
- Cara achatada del lado contrario.
- Pérdida prematura de las piezas dentales temporales.
- Erupción temprana de las piezas dentales permanentes.
- Problemas respiratorios y/o asfixia.
¿Qué síntomas presenta la hipoplasia mandibular?
El síntoma que destaca es el trastorno causante de la pérdida del hueso en la mandíbula; el cuerpo acaba reemplazando dicha carencia con una cantidad desmedida de tejido fibroso.
En algunas ocasiones, esta condición desaparece por sí misma a medida que la persona afectada va creciendo; en otras, cuyos efectos suelen ser muy raros y poco frecuentes, la misma sigue deformando la cara de la persona.
Otros indicios relacionados con el desarrollo de esta anomalía es la apnea obstructiva del sueño y/o síndromes craneofaciales.
¿Cómo se diagnostica la hipoplasia mandibular?
Los odontólogos deberán realizar unos estudios específicos basándose en la genética y los antecedentes familiares del paciente.
Debido a que la patología suele ser el resultado o la consecuencia de una mutación genética, no puede prevenirse. Por ello, una vez diagnosticada, deberá tratarse inmediatamente mediante los tratamientos correspondientes y establecidos.
¿Cuáles son los tratamientos para la hipoplasia mandibular?
La hipoplasia mandibular se trata con:
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Intervención bucodental
Se realiza por parte de los cirujanos maxilofaciales mediante el uso de anestesia general. Esta intervención consiste en desplazar el hueso mandibular afectado hasta el lugar donde debió haberse desarrollado de manera correcta, proporcionando a su paso un soporte idóneo con las piezas dentales superiores.
En algunos casos, se efectúa sin necesidad de aplicar una cirugía del maxilar superior o del mentón, aunque dependerá del diagnóstico y de los resultados realizados por el odontólogo.
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Ortodoncia prequirúrgica
Se enfoca concretamente en posicionar de forma adecuada aquellas piezas dentales y el maxilar superior, que obstaculizan la oclusión dental. En casos menos graves, se utilizan tratamientos ortodóncicos personalizados, con el objetivo de enmascarar la anatomía bucal y perfeccionar la mordida.
En situaciones complicadas, el tratamiento recomendado es una cirugía posterior mandibular.
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Máscara facial
Puede utilizarse a través de aparatos de anclaje intraoral en la fase de dentición decidua y/o mixta inicial, puesto que en este periodo dental se consigue un mejor control vertical mandibular y una mayor estabilidad del tratamiento.
El anclaje interno de la máscara es un aparato de expansión mandibular que forja una disyunción de la sutura media palatina e inicia una respuesta celular de las suturas circunmaxilares. Aporta, de este modo, un soporte en la frente o mentón, así como una mejora en el desplazamiento esqueléticoantero del maxilar.
No obstante, el tiempo del tratamiento puede variar de cuatro a seis meses y los cambios ortopédicos esperados se notarán transcurridos los primeros tres meses postintervención.
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Distracción osteogénica
Se aplica con el fin de tratar diversas anomalías craneofaciales, congénitas, adquiridas, deficiencias maxilares, verticales, transversales y/o anteroposteriores, de grado severo y de manera temprana.
A través del proceso de neoformación ósea entre dos o más segmentos óseos, cuya respuesta será la aplicación de las fuerzas tensionales graduales entre los bordes afectados por una factura quirúrgicamente desarrollada en relación con las suturas maxilares.
¿Cuáles son los cuidados postoperatorios?
Tras una intervención por hipoplasia mandibular, se sugiere:
- Seguir una dieta líquida a base de sopas, cremas y batidos.
- Dormir sentado.
- Llevar bandas flexibles en los huesos maxilares durante todo el día.
- La ingesta de analgésicos, antiinflamatorios u otros tratamientos que sirvan para apaciguar los dolores y molestias.
- Mantener una rutina de ejercicio físico suave o moderado, pilates, yoga o incluso una caminata tranquila.
Posteriormente, a las tres primeras semanas tras la operación podrás variar la ingesta de alimentos, cambiando la dieta líquida a sólida; en este periodo se limitará el uso de las bandas flexibles.
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